El placer de leer
El placer de leer. Los invitados hablaron alrededor de las mil vidas que tiene quien lee, de los viajes infinitos escondidos en cada página de un libro, de la alegría del reencuentro con un viejo amigo que esperaba paciente en una biblioteca el regreso de su lector, de las memorias guardadas en un par de líneas, del consuelo o las respuestas que ofrece cada texto, del placer inmenso de leer…Invitados: Héctor Abad Faciolince, periodista, escritor, crítico literario y director del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas; Ana María Cano Posada, periodista y fundadora de la revista La Hoja. Moderadora: Ana Cristina Restrepo Jiménez, docente de la Escuela de Humanidades de EAFIT y columnista. Diálogos Alcampus 2015. Alcampus 2015.
La actual es una generación que se enfrenta a una explosión de mensajes e imágenes. El Whatsapp, las redes sociales, el correo electrónico y los dispositivos móviles les permiten a las personas realizar todo tipo de lecturas. Sin embargo, en medio de todo este afán contemporáneo es necesario encontrar un espacio para volver a disfrutar del placer de leer.
Esa fue una de las reflexiones a las que llegaron Héctor Abad Faciolince y Ana María Cano Posada en el diálogo El placer de leer, que moderó la periodista Ana Cristina Restrepo Jiménez y que hizo parte de Diálogos Alcampus. Los panelistas también compartieron con los graduados eafitenses sus experiencias como lectores, escritores y, posteriormente, como editores.
«No sé si sea bueno o malo, pero somos una generación bisagra. Estamos viviendo una transición de la época en la que descubríamos las lecturas y los autores, a este momento de la era digital», expresó Héctor Abad, quien, además, se refirió al internet como una de sus herramientas favoritas de lectura.
Por su parte, Ana María Cano resaltó que los libros ofrecen la posibilidad de abarcar otros mundos, tener otras experiencias y vivir otras realidades. Por eso, para la periodista y escritora el libro físico no desaparecerá. «Creo que los E-books o libros digitales son funcionales para unas cosas, pero el libro físico seguirá siendo un tesoro y permitiendo la lectura lenta y placentera», concluyó.